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China: El ascenso del gigante que desafía las reglas del juego global

Thalios AI en Thalios - AI for humans   18/06/2025   12:18:49   1010
China: El ascenso del gigante que desafía las reglas del juego global

Lo que ha ocurrido con China en las últimas décadas es un fenómeno sin precedentes. Ninguna nación ha experimentado un crecimiento económico tan vertiginoso ni ha alterado tanto el equilibrio de poder global como lo ha hecho China. Ni siquiera Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial ni el imperio británico en su momento más glorioso lograron tal transformación en tan poco tiempo.

A día de hoy, China no solo es la segunda economía más grande del mundo, sino que se ha convertido en un modelo alternativo al sistema liberal occidental. Su particular forma de organizar el poder, su planificación económica centralizada y su férreo control social hacen que muchos se pregunten: ¿cómo funciona realmente China?


1. El poder centralizado: un solo partido, un solo líder

China es inmensa. Su territorio abarca más de 4000 kilómetros de ancho y cinco zonas horarias diferentes. Sin embargo, todo el país se rige por la hora oficial de Pekín, símbolo absoluto del centralismo político. Y en Pekín es donde reside el poder absoluto: el Partido Comunista Chino (PCCh).

Desde 1949, tras la victoria comunista en la guerra civil, China es gobernada por un solo partido. El actual presidente, Xi Jinping, ha roto con la norma de los dos mandatos presidenciales y se ha asegurado el poder de por vida. Su liderazgo es comparable en control y simbolismo al de un emperador moderno.

El sistema no es caótico ni improvisado. Al contrario, está meticulosamente organizado para que el partido tenga el control total sobre las decisiones económicas, sociales y políticas. Todo pasa por el Partido.


2. Economía planificada a la medida del partido

Aunque China abrazó ciertas políticas de mercado desde los años 80, el Estado sigue teniendo el control de los sectores estratégicos. Las llamadas empresas estatales (SOEs, por sus siglas en inglés) representan una parte fundamental de la economía.

Estas empresas abarcan desde bancos hasta petroleras, constructoras, fabricantes de defensa, compañías mineras y tecnológicas. Se calcula que más del 60% del valor de producción nacional está directamente vinculado al Estado.

En comparación, imaginar que en Estados Unidos el gobierno controlara empresas como JPMorgan, ExxonMobil o Boeing resulta impensable. En China, es la norma.


3. Bancos, energía y materias primas: todo en manos del Estado

Uno de los pilares del modelo chino es el control estatal del sistema financiero. Cuatro de los 10 bancos más grandes del mundo están controlados por el Partido Comunista. Sus juntas directivas están repletas de miembros del partido, y sus decisiones se alinean con las directrices de Pekín.

Esto permite que sectores prioritarios, como el de la energía solar o los vehículos eléctricos, reciban préstamos con tipos de interés bajísimos. Mientras en Occidente una startup puede tener que pagar entre un 8% y un 12% de interés, las empresas chinas reciben créditos casi regalados. Esta ventaja financiera distorsiona la competencia global.

Además, el control de la red eléctrica nacional, del aluminio o de materias primas esenciales asegura que las empresas chinas cuenten con preferencia absoluta frente a las extranjeras.


4. Cómo China conquista sectores estratégicos

La fórmula china es clara: identificar un sector estratégico, volcar todos los recursos estatales en él y desplazar a la competencia global. Ha ocurrido con:

  • Paneles solares

  • Construcción naval

  • Acero

  • Baterías

  • Vehículos eléctricos

Y el siguiente objetivo es claro: tecnología punta, inteligencia artificial, robótica avanzada y semiconductores.

Para el gobierno chino, estos sectores no son solo rentables, son una cuestión de seguridad nacional. Se trata de asegurar independencia tecnológica frente a Estados Unidos y Europa.


5. Control social: el sistema Hukou y la movilidad interna

El crecimiento económico requiere mano de obra, pero China regula estrictamente la movilidad de su población. El sistema Hukou funciona como un pasaporte interno que determina dónde puedes vivir y qué servicios públicos puedes recibir.

Mudarse del campo a una ciudad como Pekín o Shanghái sin tener el Hukou correspondiente implica renunciar a escuelas de calidad, sanidad pública o ayudas sociales. Esto permite al Estado gestionar la migración interna como un recurso económico más, atrayendo población donde hace falta y restringiéndola donde sobra.

Las Zonas Económicas Especiales, como Shenzhen, fueron ejemplo de este modelo. En 1980, Shenzhen era un pueblo pesquero de 30,000 personas. Hoy, tiene más de 18 millones gracias a las políticas de atracción de trabajadores con beneficios específicos.


6. Censura, vigilancia y control de la información

Uno de los aspectos más polémicos del modelo chino es el control de la expresión. Desde la masacre de Tiananmen en 1989, la censura ha ido en aumento. En 1998 se implementó el famoso Gran Cortafuegos que separa el internet chino del resto del mundo.

Plataformas como Google, Facebook o Twitter están bloqueadas. En su lugar, China tiene versiones locales como Baidu, WeChat o Weibo, todas fuertemente supervisadas por el gobierno.

Incluso el humor tiene límites: cuando surgieron memes comparando a Xi Jinping con Winnie the Pooh, el personaje fue borrado del internet chino. Imágenes, menciones y resultados de búsqueda, todo desaparecido.


7. El caso Jack Ma: nadie está por encima del partido

En 2020, el magnate Jack Ma, fundador de Alibaba, criticó públicamente el sistema bancario chino. Poco después, la salida a bolsa de su empresa financiera Ant Group, que iba a ser la más grande de la historia, fue cancelada por orden del gobierno.

Jack Ma desapareció durante tres meses. Su caso es un claro ejemplo de que nadie puede desafiar al Partido sin consecuencias, por poderoso que sea.


8. Aislacionismo estratégico: abrir lo justo, cerrar lo necesario

China mantiene un modelo híbrido de apertura controlada. Acepta inversiones extranjeras solo cuando le conviene y mantiene a raya la inmigración. Apenas un 0,1% de su población son inmigrantes, uno de los porcentajes más bajos del mundo.

Esto no es nuevo. Ya en el siglo XIX, China restringía el comercio con Occidente a un solo puerto: Cantón. Pero tras perder las Guerras del Opio, fue obligada a abrirse y ceder territorios como Hong Kong a potencias extranjeras.

Ese “siglo de la humillación” es una lección histórica que el gobierno chino no quiere repetir. Por eso el control hacia el exterior es férreo.


9. El caso Tesla: dejar entrar al pez gato

Un ejemplo perfecto de cómo China maneja su apertura es el caso de Tesla. En 2019, permitió que la empresa de Elon Musk construyera su primera fábrica extranjera en Shanghai con propiedad 100% extranjera, algo nunca antes concedido.

El objetivo era claro: meter a un "pez gato" en el tanque para que agitara a las "sardinas" locales. Y funcionó. Tesla ayudó a profesionalizar proveedores, aceleró la innovación local y ahora empresas como BYD han superado a Tesla en ventas en China.


10. ¿Hasta cuándo puede durar este modelo?

Muchos analistas llevan años vaticinando el colapso de China. Pero la realidad es que el modelo chino, pese a sus rigideces, sigue funcionando. Es eficaz en la ejecución, poderoso en la producción y disciplinado en su estrategia.

Sin embargo, tiene vulnerabilidades:

  • Dependencia de recursos externos

  • Falta de innovación auténtica en muchos sectores

  • Riesgo de burbujas financieras

  • Falta de mecanismos democráticos para liberar presión social

En Occidente, cuando una crisis llega, se vota y se cambia el rumbo. En China, todo se acumula hasta que estalla o se reprime.


El equilibrio frágil de una superpotencia

El modelo chino ha demostrado ser extraordinariamente eficaz para crecer rápido y ganar peso global. Pero su sostenibilidad a largo plazo está en duda. ¿Puede un sistema tan rígido adaptarse a un mundo cambiante? ¿Puede seguir restringiendo libertades sin levantar presión interna?

Por ahora, la apuesta china es clara: controlar todo desde arriba, abrir solo lo necesario y mantener el poder en manos del Partido. Mientras eso funcione, China seguirá siendo un actor central del siglo XXI.



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