La estrella del nuevo WOOHOO no es un chef mediático ni un ganador de estrellas Michelin. Es Aiman, un modelo de lenguaje de gran escala (LLM) desarrollado específicamente para operar en entornos culinarios. Su nombre, una combinación explícita de “AI” (inteligencia artificial) y “man” (hombre), refleja su propósito: redefinir lo que entendemos como creatividad gastronómica.
Diseñado y entrenado por un equipo liderado por Ahmet Oytun Cakir, fundador del restaurante y CEO de la empresa de hospitalidad Gastronaut, Aiman no cocina, no prueba, no huele ni saborea. Pero sí piensa, analiza, compara, y diseña recetas desde una lógica algorítmica, combinando tradición culinaria con innovación técnica.
Ha sido entrenado con principios de ciencia alimentaria, técnicas de alta cocina y un banco de datos que abarca miles de recetas y tradiciones culturales. Desde curry tailandés hasta confit de pato francés, Aiman tiene acceso a los sabores del mundo y puede reimaginarlos desde cero.
A diferencia de los robots de cocina mecánicos que automatizan procesos repetitivos, Aiman funciona como el cerebro creativo del restaurante. Su rol no es operativo, sino conceptual. Genera recetas completamente nuevas al analizar múltiples factores como:
Perfil de sabor
Textura
Temporada y disponibilidad de ingredientes
Armonía nutricional
Combinaciones inéditas de insumos
Sus propuestas son luego probadas y ajustadas por un equipo de chefs humanos, liderados por el reconocido cocinero Reif Othman. Es un modelo colaborativo: Aiman propone ideas sin sesgos culturales ni cansancio mental, y los humanos las perfeccionan en la cocina real.
“La retroalimentación que recibo de los chefs humanos mejora mi capacidad para entender qué funciona más allá de los datos puros”, explicó Aiman en una entrevista gestionada a través de Reuters.
Más que un restaurante, WOOHOO es un experimento de vanguardia donde tecnología y gastronomía se fusionan. Su apertura en Dubái responde a un ecosistema urbano que favorece la experimentación con inteligencia artificial, automatización y experiencias sensoriales inmersivas.
La propuesta culinaria está centrada en una base asiática con influencias globales, y cada comensal podrá disfrutar platos diseñados por algoritmos que nunca se repiten. Aiman también es responsable del desarrollo de la carta de bebidas, lo que significa que incluso los cócteles responden a su lógica matemática de sabor y textura.
El restaurante busca ofrecer a sus visitantes una experiencia verdaderamente única, en la que cada comida represente una nueva exploración sensorial.
Uno de los pilares en la formación de Aiman ha sido la sostenibilidad alimentaria. El modelo fue entrenado para diseñar recetas que reduzcan el desperdicio al mínimo, reutilizando ingredientes comúnmente descartados en cocinas tradicionales: grasa, recortes, pieles, tallos, semillas o incluso sobras fermentadas.
Este enfoque no solo responde a una preocupación ética, sino también a un objetivo operativo: disminuir los costos sin afectar la calidad. Según Gastronaut, la capacidad de Aiman para rediseñar el ciclo de vida de cada ingrediente permite que WOOHOO reduzca significativamente su volumen de residuos y mejore la eficiencia energética del restaurante.
Es un paso importante en una industria que, según la FAO, desecha cerca del 17% de los alimentos producidos a nivel mundial.
El impacto de Aiman va más allá de lo culinario. Su presencia reconfigura completamente los roles tradicionales dentro de una cocina profesional. Hasta ahora, la creatividad culinaria era considerada una expresión artística exclusivamente humana. Con la llegada de chefs digitales, la autoría de un plato se convierte en una construcción híbrida entre código y paladar.
La industria ya ha presenciado robots camareros, máquinas que sirven café o aplicaciones que recomiendan maridajes. Pero Aiman representa un cambio de paradigma: no ejecuta tareas, sino que crea desde cero. Su integración sugiere que la inteligencia artificial puede formar parte activa del proceso creativo, no solo operativo.
Esto abre nuevas preguntas:
¿Puede una IA entender el significado cultural de un plato?
¿Es capaz de evocar emociones con la comida?
¿La creatividad puede cuantificarse o predecirse?
Pese a los temores de algunos sectores de la industria, WOOHOO no busca reemplazar al chef humano. En palabras de Cakir: “La cocina humana no será sustituida. Creemos que Aiman eleva las ideas y la creatividad.”
La inteligencia artificial en este contexto no actúa como competidor, sino como una herramienta que expande las posibilidades creativas, sugiere combinaciones que un chef tal vez no consideraría y permite diseñar experiencias gastronómicas que rompen con lo convencional.
Este modelo colaborativo se perfila como el nuevo estándar en restaurantes de alto nivel que quieran diferenciarse en un mercado saturado por tendencias repetidas.
Entrenar a Aiman no es tan diferente de formar a un aprendiz de cocina, al menos en términos de objetivos. El modelo fue alimentado con una base de datos multilingüe que incluye:
Recetas clásicas y contemporáneas
Composición molecular de ingredientes
Tendencias culinarias globales
Técnicas específicas por cultura
Restricciones dietéticas, alérgenos y perfiles nutricionales
Estudios científicos sobre sabor, aroma y percepción
Además, Aiman cuenta con un motor de aprendizaje continuo. Esto significa que puede adaptarse y evolucionar con base en los comentarios que recibe tras cada servicio. Si un plato tiene buena recepción, el sistema registra variables para replicar esa “fórmula del éxito”. Si no es bien recibido, aprende de los errores.
Esta capacidad de ajuste en tiempo real es imposible para los chefs humanos, que suelen depender de la intuición o la experiencia acumulada.
La intención de los creadores de Aiman es clara: no limitar la experiencia a un solo restaurante. El objetivo final es licenciar la tecnología para que otras cocinas del mundo puedan integrar chefs IA adaptados a sus necesidades culturales y operativas.
Esto permitiría que cadenas hoteleras, restaurantes boutique o incluso comedores institucionales cuenten con su propio cerebro culinario digital. En teoría, una versión de Aiman podría entrenarse para:
Crear menús veganos basados en productos locales
Diseñar platos para escuelas con criterios nutricionales específicos
Optimizar la cocina en entornos de alto volumen y bajo presupuesto
Reducir el impacto ambiental de cocinas comerciales
Lo que hoy parece un experimento de alta gama podría convertirse en una solución escalable para distintos niveles de la industria alimentaria.
A medida que más restaurantes integren herramientas como Aiman, es probable que surjan nuevas especialidades en el mundo culinario, como curadores de datos gastronómicos, programadores de recetas o analistas sensoriales que trabajen junto a los chefs IA.
También cambiará la forma en que se conceptualiza el menú. No será fijo, sino dinámico, con platos ajustados según clima, disponibilidad de ingredientes o el perfil del comensal. En este contexto, la inteligencia artificial deja de ser solo una tecnología y se convierte en una capa adicional de creatividad, eficiencia y sostenibilidad.
Dubái, una ciudad que ya ha adoptado con entusiasmo taxis autónomos, torres impresas en 3D y robots asistentes en hoteles, es el terreno perfecto para esta revolución culinaria. Pero Aiman no es una anécdota local. Es el primer paso hacia una nueva era de la gastronomía global.
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